Y ahora... ¿Cómo me adapto a la ausencia?
- Miriam Gómez Estrada
- 30 oct 2018
- 2 Min. de lectura

Una de las emociones más fuertes que podemos vivir como seres humanos es la sensibilidad e inclusive el miedo que expresamos ante la muerte de alguien cercano a nuestro círculo más íntimo de vida. La sola idea de llevar a un plano imaginario dicha ausencia nos sitúa en el peor de los escenarios.
Si bien es cierto, aunque nuestra concepción respecto a la muerte sea verla como un proceso natural de vida, no deja de lado los sentimientos tan profundos que se sienten alrededor de ella; y es que, adaptarnos a la nueva dinámica de vida después de la ausencia del alguien querido resulta completamente retador.
Vivir con la ausencia supone re-significar la muerte, concebirla de tal manera, que celebremos la vida de la persona que se ha adelantado; que recordemos con gratitud, esa historia de vida compartida. No verla únicamente como una presencia física que no tiene fecha de retorno, porque verla así duele y duele mucho.
No te aflijas por superar la muerte, porque eso solo traerá más angustia a tu ya lastimado corazón, porque dentro de ese torbellino de emociones suponemos que superar significa olvidarnos de nuestra historia con aquella persona y seguir con nuestra vida; suponemos también que superar, es abrirle la ventana al dolor para que se marche, pero no es así. No es fácil y nadie debe presionarte, ni siquiera tu mismo.
Naturalmente cada persona asimila de manera diferente los acontecimientos de la vida; así que tómate el tiempo que consideres necesario para adaptarte a la ausencia, el tiempo necesario para entender tus emociones, el tiempo necesario para restañar tus heridas; sin embargo la única manera de hacerlo, es enfrentándolas, enfrentando tus emociones, enfrentando tus miedos, enfrentando la tristeza.
Invariablemente, el tiempo por si solo no traerá alivio para nuestro corazón, lo que nosotros hacemos con el tiempo sí. Adaptarnos es entonces., buscar todas aquellas acciones que contribuyan a que la paz se haga presente nuevamente en nuestras vidas aún a pesar de la ausencia. De tal manera, que si llorar, en ese momento te da paz, hazlo!., si hablar de la persona que ha trascendido te da paz, hazlo., si hablar con alguien que está pasando por un proceso similar, porque sientes que te entiende te da paz, hazlo., si honrar la ausencia de la persona a través de la ayuda al prójimo te da paz., hazlo.
Recuerda las palabras de Groucho: "Tengo la intención de vivir para siempre, o morir intentándolo".

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Miriam Gómez I Consultoría Psicológica
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